La casa me salvó

2009-2015

En 2009 yo no era pintora, me interesaba el dibujo y la imagen en movimiento.

Imagen de la antigua granja avícola

LÍNEA

«Golfo de Monos», 2009

bla bla bla bla

LLEGA LA MANCHA

«Rojo», 2010 acrílico y rotulador sobre loneta. 162 X 200 cm

«Basura en movimiento», 2010. Acrílico y rotulador sobre loneta 184 X 200 cm

«Piel», 2010. Acrílico y rotulador sobre loneta 166 X 219 cm

PINTURA

Foto de Pablo Zamora, 2014

Contar historias de una manera plástica y circular, elaborando micro mundos, donde los personajes se posicionan con las actitudes del mundo real, dominando, sometiendo, dudando, cayendo, mutando, esperando, yendo, recibiendo, dando.

Unos son mancha otros son hueco, algunos son línea en el espacio , otros son fenómeno natural, viento, nube , sol.

Las manchas pueden ser espacio para convertirse en vasija de situaciones o en frontera, el color limita, impresiona, marca su fuerza, no todos pertenecemos al mismo sitio ni queremos ir al mismo lugar, nuestro posicionamiento ante la vida ante las situaciones cotidianas. Nuestro rugido, nuestro alebrije, nuestros demonios que a veces somos nosotros. El “progreso”, la madre tierra, la dominación de los pueblos, los vencedores y los vencidos, los que arrasan y los que son arrasados , los que se mueven y los que están paralizados. Las actitudes, la soberbia, la mofa, la indifrencia, el agua, la tierra, el fuego, el aire, la empatía, lo colectivo, la violación, la conquista, la rabia, el porvenir, lo desconocido.

Trabajo desde el subconsciente, me vacío desde el desasosiego, y a través de la mancha y la línea empiezan a salir los temas que me importan o me preocupan, es una denuncia maquillada, prefiero no hablar mucho sobre ello y no sugestionar al ojo ajeno, que lo miren una y otra vez que lo vean estético pero que un poso amargo se quede en ellos.

Normalmente pinto los cuadros durante semanas, pero en sesiones distanciadas entre sí de varios días porque para pintar voy a la casa de mis abuelos en el pueblo. Parto de la tela sin preparar y preparo una parte, la que será la primera forma. Luego hago las manchas, el color, y por último pinto la línea.

En Ojos que no Ven quería hacer un fondo vivo, que el color, la masa y el agua crearan atmósferas marinas, terrestres, aéreas, espaciales y sensoriales. Después tendrían que venir los habitantes de ese mundo.

Las formas que lo pueblan y, sobre todo, los ojos, coinciden con el pensamiento o la sensación de “apartar la mirada para poder seguir”; de mirar fuera del cuadro para encontrarme, inconscientemente, con mi mirada. Por ejemplo, con la imagen de esos dos pájaros muertos en la escalera de entrada al estudio, demostrándome, una vez más, las leyes de la supervivencia en las que siempre hay uno por encima de los demás.

Fuera del cuadro y dentro de él, a veces una mira pero no ve. Hay muchos ojos, te miran o les miras, pero no ven. A lo mejor para “ver” hay que tener la mirada del que lo hace la primera vez, como un niño. Debe ser por eso por lo que las perspectivas me salen tan infantiles.

Los habitantes del cuadro están ahí, esperando a que les encuentres, con los ojos, con la línea. Pero primero tienes que apartar la vista, llenarte de sensaciones o vaciarte hasta ser pura, para luego volver a mirar y…ahí estaban, esperando a que aprendieras a mirar.

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